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Corrientes políticas de la historia. Ultima parte
Por Fernando Abel Maurente
El revisionismo histórico socialista, federal y latinoamericano encontrará en Jorge Abelardo Ramos y Jorge Enea Spilimbergo sus figuras paradigmáticas. Ellos serán los maestros de uno de los más grandes biografistas contemporáneos: Norberto Agustín Galasso. Una paciente labor de investigación permitirá a las nuevas generaciones descubrir a los silenciados patriotas. A los honorables malditos: Scalabrini Ortiz, Jauretche, Hernández Arregui, el Che Guevara, San Martín, Juan Domingo Perón Sosa, John William Cooke.
Esta generación de militantes inundará con una bocanada de aire fresco ese mundo que parecía inconmovible. Así, la Historia se transformará en algo vivo. La militancia de la segunda mitad del siglo XX contará con una herramienta imprescindible para intentar cambiar la realidad. La Historia explicaba a la Historia ... El revisionismo marxista configura una nueva visión de nuestro pretérito. Traza nuevos rumbos, demuele mitos, pare nuevos puntos de partida.
Veamos cuáles son los principales trazos de esta rica corriente historiográfica. Rescata a la Revolución de Mayo y le da un contenido revolucionario con el Plan de Operaciones de Mariano Moreno. Las guerras de la independencia no serán, para esta corriente, una lucha entre españoles y criollos. Reflejarán, en el continente americano, la guerra civil que enfrenta, a la España feudal con el liberalismo en rebeldía. La España del despotismo ilustrado busca acoplarse a la revolución capitalista del continente europeo.
No será la lucha entre unitarios y federales una guerra civil. Para el revisionismo histórico será una guerra nacional. Dos bloques dirimirán sus intereses: los "treces ranchos" contra una potencia imperialista y sus socios menores, el comercio importador de Buenos Aires.
El mitrismo será expuesto en su patética miserabilidad. Para el revisionismo socialista será responsable del genocidio del pueblo paraguayo en la guerra de la "Triple infamia". El roquismo expresará a la derrotada corriente federal en resistencia. La "civilización" será impuesta con la barbarie de los Remington. La llamada Revolución del Parque, la "revolución" de 1890, será interpretada como una contrarrevolución. Emergerá del declinante roquismo la insurgencia yrigoyenista. Las guerras mundiales serán vistas como confrontaciones inter imperialistas. Advertirán, con el privilegio de haber sido los primeros, que <
El aporte de la izquierda nacional será tan importante que marcará un tercer surco entre la corriente histórica del comercio porteño y la corriente histórica de los ganaderos rosistas.
A los historiadores ya citados se suman otros nombres que le dan al revisionismo marxista una impronta federal y latinoamericana: Roberto Ferrero, Alfredo Terzaga, Enrique Lacolla, Salvador Cabral, Enrique Rivera, Liborio Justo, Aurelio Narvaja, Eduardo Astessano, Néstor Gorojovsky, Osvaldo Calello, José Luis Rodríguez, Bias Manuel Alberti, Alejandro Horowicz, Alberto Guerberoff, Rodolfo Balmaceda, Daniel Parcero, Hugo Presrnan, Carlos Díaz, Aurelio Argañaraz, Osear Aramburu, Norberto Acerbi, Gustavo Cangiano, Honorio Díaz, Luis Alberto Murray, Julio Fernández Baraibar, Luis Vignolo, Ernesto Ceballos, Alberto Methol Ferré, Pedro Godoy, Ricardo Solohaga, Silvio Frondizi, Esteban Rey, Nelson Valdez, Vivián Trías, Ernesto Laclau, Alberto González, Alberto Regali, Adolfo Perelman, Ángel Perelman, Andrés Soliz Rada, José Luis Madariaga, Alberto Franzoia, Manuel Ugarte, José Ignacio Cornejo, Carlos Strasser, Alberto Belloni, Joaquín Coca, Saúl Hecker, Elías Castelnuovo, serán algunos de ellos.
Estos militantes del trotskismo nacional serán los gestores de la mayor producción historiográfica que nuestro país y América Latina hayan conocido. Coyoacán, Indoamérica y octubre serán las editoriales que darán vida a innumerables libros cuyas propuestas esperan un segundo Ayacucho de una Revolución Inconclusa.
Varias décadas después, será el presidente de la República Bolivariana de Venezuela quien leerá, a los presidentes reunidos en Caracas para participar de la CELAC, tramos de "Historia de la Nación Latinoamericana". Obra cumbre de Jorge Abelardo Ramos, editada tres años antes (1968) que ese adolescente impetuoso ingresara a la Escuela del ejército de Venezuela.
¿Quién es este Ramos? se preguntará sorprendido el comandante, mientras descubría la prosa iluminada del más grande marxista que pariera la América Criolla.
No fue la corriente revisionista marxista un grupo de estudio. No lo fueron tampoco las otras escuelas. Aunque los académicos liberales y algunos revisionistas aristocráticos separen a la política de la Historia. Revisar el materialismo dialéctico y nuestro pasado fue una tarea militante. La Historia tuvo para los hombres de esta escuela un carácter instrumental. La izquierda nacional fue anterior al peronismo. Su período de gestación tiene que ver con un hecho externo. En 1924, después del fallecimiento del jefe de la Revolución bolchevique, comienza a perfilarse con nitidez un fenómeno que venía gestándose varios años antes.
El atraso de la sociedad rusa, la guerra civil que acosó a la naciente revolución, la asfixia de un estado burocrático esclerosado, serán todos ellos, combinados, factores que condicionarán y derrotarán a la primera experiencia de un estado obrero en la Historia de la Humanidad. Ese fenómeno, conocido como burocratización, encarnado en la figura de José Stalin, significó un retroceso para este primer ensayo. Este complejo panorama obligó a León Trotsky, a nuclear en su derredor a sus viejos camaradas, que no se resignaban a firmar el acta de defunción de la Unión de Repúblicas Socialistas. Nace así la "Oposición de Izquierda" como respuesta a ese retroceso. La Historia es por ustedes conocida. El organizador del Ejército Rojo debió huir de su país. Golpeó puertas en varios estados europeos. Todos le dieron la espalda. Fue el México rebelde del general Cárdenas, el que abrió generosamente sus puertas al perseguido sin patria.
En solidaridad con la Oposición de Izquierda florecen en toda América Latina grupos que se identifican con su postura antiburocrática. Estos grupos pasarán a ser conocidos como "trotskistas". Apenas un puñado de militantes, que no superarán el centenar, enfrentados entre sí por luchas fraccionales interminables y corroídos por una cariocinesis crónica, se alinearán junto al legendario jefe de la revolución de octubre. Los grupos de la “Oposición de Izquierda” no estuvieron comprometidos con ningún aparato internacional. Recién a fines de la década del treinta, Trotsky se decide a poner los cimientos de una nueva Internacional, la Cuarta. Los jóvenes que integraban esta nueva izquierda pertenecían a familias criollas o inmigrantes del Interior. Abelardo Ramos, Aurelio Narvaja, Liborio Justo, eran descendientes de viejas familias enraizadas con el partido federal, el anarquismo o el yrigoyenismo.
En la más absoluta soledad, estos grupos se alinearon con la República, cuando la guerra civil española. En una lucha desigual se enfrentaron a los grandes aparatos de la izquierda pro-soviética y a la socialdemocracia bernsteniana levantando la bandera de la neutralidad. Hicieron frente, a pesar de su debilidad numérica, a las enormes presiones de la vieja argentina semicolonial dependiente. Por derecha y por izquierda, el viejo país, aspiraba a cumplir el papel de lacayo privilegiado, encolumnándose con las potencias aliadas.
Con una expresión que no ha sido superada, Jorge Enea Spilimbergo explica la protohistoria de la izquierda nacional, Con su depurada dialéctica, escribe: "de la lucha entre el cipayismo de izquierda con la izquierda cipaya nació el marxismo genuinamente nacional". Estos pequeños grupos del trotskismo vernáculo tendrán su prueba de fuego. Se distinguieron de quienes caracterizaban como "lúmpenes" a quienes salieron a la calle a rescatar al coronel. Fueron quienes visualizaron e interpretaron el alumbramiento de un nuevo movimiento nacional. Movimiento que merecía ser apoyado críticamente. Es la divisoria de aguas, no sólo entre la izquierda. El 17 de octubre es una fractura expuesta entre las fuerzas que expresan al viejo país y aquellas que confluyen en la Argentina moderna.
Ese nuevo movimiento nacional, tendrá en adelante, un ala izquierda marxista independiente. Con las jornadas del 45, la proto izquierda nacional paría a la izquierda nacional. Se legitimaba así, frente a la clase obrera, el nuevo sujeto de la Revolución.
Del capítulo 1 Tomo I, libro de la colección "Movimientos Nacionales", de Fernando Abel Maurente.