• La muerte anunciada de la juridicidad y el papel legitimador de los medios

Por Koly Bader-FSN-Tucumán

La segunda guerra mundial cuenta entre sus consecuencias la propia creación de la ONU el FMI, el Banco Mundial e incluso de la Corte Internacional de Justicia. Puede decirse que el ordenamiento jurídico y económico internacional nació entonces entre 1944 y 1945 en lo que hoy llamaríamos “occidente”.

Si bien este ordenamiento estaba concebido como sostenimiento superestructural de la economía capitalista mundial bajo el dominio claro de EEUU, se trata de una serie de reglas que reflejan ideológicamente los principios políticos de la democracia burguesa y los mecanismos económicos del imperialismo norteamericano. Siempre bajo la fachada de un ordenamiento “justo” inspirados en valores que la llamada “comunidad de naciones libres” consideraba imprescindibles para la convivencia pacífica.

El derecho internacional como el derecho en un país concreto de esta parte del mundo no fue nunca tan “derecho” en realidad, pero brindaba un paraguas jurídico aplicable siempre y cuando no haya intereses “superiores” en juego como el interés intrínseco a toda forma de organización capitalista.

Sin embargo, aún cuando persistentemente violado, el ordenamiento jurídico internacional funcionó hasta ahora y toda violación debía ser oculta o disimulada bajo eufemismos tales como la “democracia”, la “libertad” o lo que fuera que se consideraba un valor reconocido por la “comunidad internacional”. Es decir, las violaciones eran violaciones y eran identificadas como tales aún cuando quedaran impunes por la ley del más fuerte. Solo que quedaban de alguna forma legitimadas por la “defensa” de valores superiores como la “democracia”. Y bajo esta fachada, por ejemplo, se produjeron cientos de intervenciones militares de EEUU en el mundo entero. Solo como ejemplo.

La prensa ha jugado un papel fundamental en esta supuesta legitimación con el tratamiento eufemístico de todo acto ilegal. Hoy por ejemplo la prensa habla del derecho de defensa de Israel en el genocidio en Gaza y no cuestiona su declarada intención de quedarse allí para siempre, pero abona la condena a Rusia como invasor injustificado de Ucrania.

Esta etapa de “juridicidad” aún cuando fuera aparente ha quedado definitivamente atrás. Y no porque la legislación internacional no exista. Sino porque el poder ha resuelto que ya no necesita enmarcar sus acciones en ninguna ley o disimular.

Hasta hace pocos años no se hubiera escuchado al presidente de la supuesta mayor democracia del mundo decir que no resolvieron, todavía, asesinar al ayatola Alí Jamenei. Tampoco le darían su ubicación a Israel. Y esperan, incluso, que “occidente” considere y valore semejante magnanimidad.

Y así sucede. La prensa cumple su papel de reproducir la ideología dominante. Sin este elemento no seria posible naturalizar, como se hace, la ajuridicidad y la ilegitimidad. Es la ley del más fuerte sin cortapisas ni disimulos innecesarios. Hago lo que quiero, cuando quiero y como quiero.

Aún en la selva existe un orden natural. Ha dejado en el mundo de existir orden jurídico. Es el orden del caos. Es la fuerza del capital y su poder militar y tecnológico.

Y esto se derrama, por decirlo de alguna forma, hacia el interior de las naciones de la “comunidad Internacional”. Argentina no es la excepción.

El objetivo de romper toda comunidad se cumple con perfección al romper el orden jurídico como regla fundamental de convivencia.

La destrucción de la democracia burguesa desde adentro, no solo el estado. Los planes del poder global no incluyen más la democracia política como no incluyó nunca la democracia económica. Se trata de un cambio civilizatorio del que podemos esperar nuevos tipos de dictaduras que incluso no necesitan las armas como antaño. Los dictados del nuevo sentido común formateado por el poder mediante las nuevas tecnologías serán suficientes. Están siendo suficientes. Es la manera en que se logra que, si hay aún elecciones, los electores voten contra si mismos. Como ya lo vimos en nuestro país.

Es ahí donde esta hoy el mayor combate, la batalla mas grande. La batalla por la subjetividad. Y es allí dónde los medios alternativos deben operar. Abandonar al costado las agendas oficiales para construir la agenda de los excluidos del poder para la formación de un sentido común de la autodefensa y la conciencia para si.