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La farsa de la insatisfacción democrática
Ingeniería social e Imperialismo para el colapso de las Democracias Populares en Argentina.
Por Enrique Aurelli-Colaboración
La Cima de la Frustración o el Diseño de la Desilusión
La insatisfacción democrática se ha convertido en un discurso común en las últimas décadas. Escuchar que la gente ya no cree en la política, que "todos son lo mismo", que la democracia es ineficaz o corrupta, que tal o cual ya no me representa. Sin embargo, desde esta tribuna se sostiene que esta supuesta frustración espontánea es, en gran medida, el resultado de una sofisticada ingeniería social orquestada desde un país del norte por el imperialismo, con la complicidad de políticos serviles, comunicadores rentados, las oligarquías nacionales y extranjeras. Su objetivo último es vaciar de contenido, de la sustancia, a las democracias populares para facilitar la acumulación por desposesión y la fuga de capitales. No es una falla intrínseca del sistema; es un diseño. Una trampa tejida con hilos históricos, económicos, mediáticos y judiciales, que busca desarmar la voluntad soberana de nuestros pueblos.
Las Raíces Históricas de la Inconformidad, un patrón de sometimiento y despojo
La historia de nuestro pueblo argentino, faro, orgullo y dolor de nuestra identidad, no permite lecturas ingenuas. La insatisfacción democrática, o mejor dicho la ingeniería social no es un fenómeno reciente; sus raíces se hunden en la tierra misma, en sus luchas centenarias entre un proyecto nacional y popular, y la constante arremetida de intereses foráneos con complicidades locales. Manuel Belgrano, a la par que nos unificaba bajo una bandera, soñaba con una patria soberana, productiva, con industria propia que nos hiciera libres. Sus ideas sobre la sustitución de importaciones, diversificación económica y el fomento de la manufactura, la industria local, eran un escudo contra la dependencia. Sin embargo, la imposición del modelo colonial agroexportador, funcional a los intereses británicos, frustró esa visión fundacional. Las incipientes instituciones republicanas nacieron con un germen de limitación: supuesta libertad política, con subordinación económica permanente.
Décadas más tarde, la irrupción de Hipólito Yrigoyen con su propuesta de "reparación nacional" intentó cambiar este rumbo. Su gobierno fue un hito de soberanía popular, enfrentándose a las élites terratenientes y a la injerencia extranjera. La respuesta no se hizo esperar: el golpe militar de 1930, el primero de una larga serie, fue la manifestación brutal de las bestias, que la democracia estaba permitida solo si no alteraba el orden interno impuesto desde el norte. Arturo Jauretche, con su genial e incisiva ironía, desnudó el mecanismo: la "colonización pedagógica" nos había inoculado la idea de que éramos incapaces, de que el atraso era genético, y que solo la sumisión a los modelos extranjeros nos 'salvaría'. Las "zonceras argentinas" era el manual para evidenciar y desarmar las instrucciones de la auto-deslegitimación, las zonceras de todo argentino o argentina sigue siendo el caballo de Troya cultural que prepara el terreno para el despojo. Si nos convencemos de nuestra propia incapacidad, ¿cómo vamos a creer en nuestro pueblo, sus organizaciones o dirigentes libres, nuestras políticas, nuestra educación o nuestra democracia?
En el "hombre que está solo y espera "Raúl Scalabrini Ortiz, supo ver la esencia de la dependencia financiera como el verdadero grillete. Su análisis del control foráneo sobre los ferrocarriles no era solo una crítica al capital inglés; era la metáfora de una nación despojada de sus arterias vitales. La Argentina, pese a tener una vasta red ferroviaria, carecía de soberanía sobre ella, lo que implicaba la imposibilidad de decidir su propio desarrollo y sobre todo de controlar y distribuir para el pueblo su producción y excedentes. Cuando las decisiones económicas fundamentales se toman en Wall Street o en la City londinense, y no en la Plaza de Mayo, la democracia se vacía de contenido, de sentido, de utilidad. Esta frustración estructural cíclica, esta sensación de impotencia ante poderes invisibles, es un caldo de cultivo para la insatisfacción popular, para el despliegue y calado en el sentido que le da estructura lógica psicotizante al desarrollo del diseño de ingeniería social para la etapa. Como señaló Alejandro Horowicz en sus análisis de los "tiempos destituyentes", la historia argentina es un ciclo de tensiones entre la voluntad popular y los poderes fácticos que buscan disciplinarla, y la insatisfacción es la huella de esa contienda.
Sofisticación del Engaño o Ingeniería Social en el Siglo XXI
La ingeniería social no es un concepto estático; es una herramienta que evoluciona con las tecnologías y las dinámicas de poder. Hoy, el imperialismo ha perfeccionado sus herramientas para generar insatisfacción democrática, no requiere tantas primaveras de colores o golpes de Estado explícitos, aunque no desecha el recurso, sino que opera en el terreno de las ideas y la percepción.
Uno de los pilares de esta nueva fase es la “plusvalía de sentido” (Umberto Eco) y la "manufactura del consentimiento" (Chomsky) implantada a través de los medios hegemónicos, (hoy ampliada a cultura, redes, educación, religión, comunicación, tecnología). Estos conglomerados, lejos de ser informadores neutrales, actúan como aparatos ideológicos que construyen realidades. La estigmatización de líderes populares, la demonización de políticas sociales, la invisibilizarían de logros, la exacerbación de la baja autoestima y la amplificación de problemas (muchos de ellos generados por las propias políticas neoliberales impulsadas por esos mismos medios, otras por las estructuras internas sedientas de poder) son parte de un guion. Se busca generar la idea de que "todos los dirigentes son iguales", que "la política no sirve", despolitizando a la ciudadanía y generando una apatía de participación del propio destino, que es funcional al poder real. Si el pueblo no cree en sus luchas por la democracia, menos la defenderá.
La guerra judicial o "Lawfare" es otra de las armas predilectas de esta ingeniería. Cristina Fernández de Kirchner ha sido una de las voces más claras en denunciar el uso de la justicia como un arma de persecución y guerra política. No se persigue la verdad, sino la proscripción de líderes que desafían el statu quo y la criminalización de la protesta social. La "guerra judicial" siembra un manto de sospecha sobre toda la clase política, pero con un sesgo selectivo: se investiga con ferocidad a los gobiernos populares, mientras las grandes maniobras de fuga de capitales y evasión (económica y judicial) de las oligarquías (nacionales y extranjeras) permanecen impunes, o apenas se mencionan. Esto genera una sensación de injusticia y de que la democracia no funciona para todos, sino para una élite. La insatisfacción aquí es un síntoma de un sistema de justicia instrumentalizado para fines direccionados con Beneficios para unos pocos, los mismos de siempre.
La "democracia de baja intensidad" (Boaventura de Sousa Santos) es el resultado de este proceso. Es una democracia que permite votar, pero no elegir a quien se vota, o revocar los mandatos cuando no se cumple con el contrato electoral, un mecanismo que vacía de contenido la participación y la capacidad de transformación. Las decisiones estratégicas –sobre la economía, los recursos naturales, la inserción internacional, la justicia, las leyes– se toman en esferas ajenas al control popular. Es una democracia que, como bien señalaba Rodolfo Kusch en su crítica a la razón occidental, no dialoga con el "estar siendo" de nuestro pueblo, con sus valores comunitarios y su búsqueda de sentido. La distancia entre la promesa institucional y la vivencia del despojo genera una disonancia que la ingeniería social del imperialismo explota, transformando la insatisfacción en resignación y apatía. Diego Sztulwark nos advierte cómo esta ingeniería moldea subjetividades, induciendo la individualismo y la impotencia, alejando a la gente de la acción política colectiva.
Recursos, geopolítica, desposesión y legislación entreguista
La furiosa injerencia por los recursos estratégicos es el motor oculto de gran parte de la insatisfacción democrática en el Sur Global. La electricidad, el litio, el gas, el petróleo, los alimentos y servicios que deberían ser públicos, incluso la energía atómica con el CAREM, son activos codiciados por las potencias globales, las corporaciones transnacionales y sus empleados cipayos locales. Aquí es donde la acumulación por desposesión de David Harvey se manifiesta con brutalidad. Cuando un gobierno popular intenta ejercer soberanía sobre estos recursos, poner límites al robo extractivista o buscar la industrialización local, la maquinaria de la ingeniería social se activa y golpea al pueblo.
Se desatan campañas mediáticas que acusan de “comunismo”, “el maligno en la tierra”” populismo”, de "ahuyentar inversiones", de “burocracia”, “corrupción” y toda sarta de epítetos denotativos. Se presenta a la inversión extranjera - cualquier costo - como la única vía al “desarrollo” bajo entrega, silenciando los beneficios de una política soberana. Este es el eco de la "manufactura del consentimiento" de Chomsky: crear una realidad donde la entrega parece la única opción.
El Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), incluido en la Ley Bases 2024, es el paradigma de una legislación diseñada en el extranjero para el despojo. Al otorgar “estabilidad fiscal” por 30 años, protección contra cambios normativos, libertad total para el giro de divisas y exenciones impositivas sin precedentes, el RIGI es un nuevo pacto colonial. No solo facilita la fuga de capitales y divisas al garantizar la fuga ilimitada de ganancias, sino que también limita la capacidad del Estado para regular, controlar y exigir lo que nos corresponde al pueblo. Los grandes jugadores, que, en su mayoría, son de capitales extranjeros u oligarquías nacionales asociadas no pagan.
Esta ingeniería social imperialista exhibe una dramática continuidad desde el origen mismo de nuestro país, desde la desintegración del territorio independizado de España por los pueblos libres, la primeras constituciones liberales, los asesinatos en masa de pueblos originales, del gauchaje y de trabajadores rurales a lo largo y ancho en especial en la Patagonia, luego de los golpes militares contra Yrigoyen 1930 o Perón de 1955 o las dictaduras subsiguientes, sumadas a las leyes de los años 90, o los gobiernos ultra neoliberales de Macri y hoy de Milei, que desmantelaron el patrimonio público y privatizaron empresas estratégicas (energéticas, de comunicaciones, de transporte, de logística, de alimentos) bajo la bandera de la "modernización". Aquellas reformas, impulsadas por una ingeniería social que prometía “libertad", “eficiencia”, “acceso”, llevaron a las crisis sociales y económicas de nuestra historia. El RIGI hoy, así como el préstamo de la Baring a Rivadavia, son solo blindajes a los intereses foráneos y su desprecio por la soberanía nacional y por nuestro pueblo, no solo empobrecen las arcas del Estado, sino que consolida la percepción de que la democracia es incapaz de proteger el interés común, generando una profunda insatisfacción. Es una ley que, bajo el velo de la "atracción de inversiones", es un acto de subordinación legislativa.
Deuda: Financiarización y Asfixia a la Voluntad Popular
Si la entrega de recursos es un golpe, la toma de deuda externa sin aprobación del congreso de la nación es la soga que asfixia, es un delito económico de lesa humanidad. Raúl Scalabrini Ortiz lo entendió como nadie: el control de las finanzas es la clave de la dominación. La deuda no es solo un problema económico; es un arma de ingeniería social que somete la voluntad política. La financiarización de la política genera una dependencia crónica: el país vive "al borde del default", y cada intento de desarrollo autónomo es castigado con presiones de “los mercados” y la amenaza de no conseguir financiamiento.
Cristina Fernández de Kirchner ha denunciado esta estrategia: la deuda se convierte en un instrumento de disciplinamiento, una "represalia financiera" contra los gobiernos que osan defender el interés nacional. El FMI, los fondos buitre y los grandes bancos internacionales no buscan el desarrollo, sino la ganancia exprés, la carroña financiera. Litigan contra el país, exigen pagos exorbitantes y presionan a través de sus lobbies para desestabilizar a cualquier gobierno que no se pliegue a sus demandas. Esto genera una atmósfera de chantaje permanente y una profunda insatisfacción democrática. El pueblo que aún tiene margen para pensar se pregunta, ¿de qué sirve votar si las decisiones clave se toman en despachos lejanos, y los intereses espurios de los acreedores prevalecen sobre las necesidades del pueblo?
La fuga de capitales y divisas, el saqueo silencioso de la riqueza generada en el país, es el combustible de este sistema. Las oligarquías financieras y empresarias, nacionales y extranjeras, son socias en este esquema. Se benefician de la deuda, la intermediación financiera y la evasión, la judialización, sacando la riqueza mientras el país se endeuda. El RIGI es el colmo de esta lógica: garantiza que las ganancias de los grandes jugadores puedan salir sin restricciones, agravando la escasez de divisas y perpetuando la necesidad de más endeudamiento del sistema capitalista. Este ciclo de desposesión, disfrazado de "mercado" y "libertad", es la expresión de una democracia vaciada de contenido, muchas veces también desde adentro.
"Estar Siendo”, el horizonte de soberanía para una democracia plena de poder popular.
A pesar del vasto despliegue de la ingeniería social, la insatisfacción democrática no es una condena ineludible. Es, a menudo, la chispa que enciende la llama de la resistencia, el combate y la búsqueda de una democracia con mayúsculas. Aquí radica la esperanza hecha acción y la potencia de nuestro pueblo.
Rodolfo Kusch nos conmina a defender nuestro "estar siendo", nuestra autenticidad cultural, a valorar lo propio y a mirar desde el "nosotros" de nuestra América. La insatisfacción puede transformarse en un motor para descolonizar nuestras mentes y nuestras instituciones, para buscar una democracia que sea verdaderamente popular, nuestra, en línea con las "epistemologías del Sur" de Boaventura de Sousa Santos. Una democracia de "alta intensidad", participativa y arraigada.
La lucidez de John William Cooke y Alicia Eguren nos enseñan que la lucha por la liberación es una batalla social, cultural, política, e ideológica. La soberanía popular no se gana solo en las urnas, sino en la capacidad de un pueblo de organizarse, de defenderse, de resistir, y combatir, la de dar guerra ideológica y de construir poder desde abajo. La insatisfacción, es un llamado a la acción, a la movilización, a la construcción de una alternativa. Diego Sztulwark nos alienta a buscar esas "resistencias moleculares" que, incluso en los tiempos de mayor fragmentación, buscan nuevas formas de lo común.
Para construir una democracia plena y una Argentina soberana, necesitamos:
1. Recuperación del Control sobre los Recursos Estratégicos: Esto implica la derogación de toda legislación vigente impuesta en los regímenes militares golpistas y sus continuadoras como del RIGI y la Ley Bases 2024 por sus aspectos más lesivos. Un nuevo marco legal debe garantizar que la renta de nuestra industria como lo producido por la tierra de la nación ya sea del sector maritimo, agrario o minería (litio, oro, tierras raras nódulos polimetálicos), gas, electricidad, petróleo y energía atómica se quede en el país, se reinvierta en desarrollo productivo, ciencia y tecnología, beneficiando al pueblo.
2. Descolonización del Pensamiento y la Comunicación: Se requiere una democratización radical de los medios de comunicación, de las tecnologías de la información, fomentando la pluralidad y los medios comunitarios. Una política de educación popular y cultural que rescate nuestra historia, nuestros valores y nuestra identidad, desactivando la “plusvalía de sentido”, la”manufactura del consentimiento" y las "zonceras".
3. Liberación Financiera: Una auditoría exhaustiva de las deuda externas, para determinar su legitimidad y legalidad, sus actores responsables y de ser el caso una renegociación soberana que priorice el desarrollo sobre el ajuste como lo hizo Néstor Kirchner o el desconocimiento de tales estratagemas usureras, condicionantes, verdaderas herramientas de saqueo del imperialismo. Es fundamental un control estricto de la fuga de capitales y divisas.
4. Profundización Democrática: Ir más allá de la democracia electoral, fomentando la participación popular real y directa, la legitimación y revocatoria de mandatos por las bases populares, basta de roscas entre cuatro paredes, fortaleciendo las organizaciones sociales, sindicales y territoriales. La política debe volver a ser el ámbito donde el pueblo construye su futuro, sin "elecciones vaciadas de legitima representatividad popular" que limitan y hacen descreer en la democracia a nuestro pueblo.
“hay momentos de confusión, tal vez, en las sociedades, porque tal vez las cosas que deberían haberse hecho no se hicieron bien y hasta puede confluir con esa confusión, con la desorganización del campo nacional y popular, pero siempre, más temprano que tarde, siempre el campo nacional y popular, la patria, emerge de una forma o de otra y les puedo asegurar que eso, cuando sucede, es indetenible.” C.F.K. Encuentro de la Cultura Popular del 25 de mayo de 2025.
El camino hacia una democracia popular plena no es fácil ni para tibios. Implica una confrontación con los poderes fácticos, con el poder real y las oligarquías que se benefician de la debilidad del Estado y de la insatisfacción popular. Pero la historia argentina, desde las luchas de Manuel Belgrano e Hipólito Yrigoyen, Perón y Eva hasta la resistencia de John William Cooke y Alicia Eguren, y la legitimidad en la acción de lideresas como Cristina Fernández de Kirchner, nos enseña que la voluntad política de un pueblo soberano puede, y debe, torcer el brazo a la ingeniería social del imperialismo. La insatisfacción democrática es un llamado, no una condena. Es la oportunidad para rearmar el proyecto de una Argentina libre, justa y soberana, donde la democracia del poder popular sea, finalmente, el instrumento de acción permanente de su propio pueblo.
Detalle de Fuentes y Material Consultado
A lo largo de este artículo de investigación, se han utilizado y referenciado las siguientes fuentes y autores, tanto de la tradición del pensamiento crítico argentino como internacional:
• Anderson, Perry. El Nuevo Viejo Mundo.
• Belgrano, Manuel. Escritos económicos y memorias.
• Chomsky, Noam y Herman, Edward S. Manufactura del Consenso: La economía política de los medios de comunicación de masas.
• Chomsky, Noam. Hegemonía o Supervivencia: La estrategia imperialista de Estados Unidos.
• Cooke, John William. Escritos sobre guerra ideológica, peronismo y dependencia.
• Eco, Umberto. "plusvalía de sentido" fue formulada en su texto "El lector modelo”.
• Eguren, Alicia. Textos y artículos sobre militancia y subversión cultural.
• Fernández de Kirchner, Cristina. Discursos públicos, conferencias y presentaciones sobre "democracia para pocos", lawfare, deuda y soberanía.
• Foucault, Michel. Vigilar y Castigar: Nacimiento de la prisión y Historia de la sexualidad, vol. 1: La voluntad de saber.
• Galeano, Eduardo. Las venas abiertas de América Latina.
• Harvey, David. Breve historia del neoliberalismo y El nuevo imperialismo.
• Horowicz, Alejandro. Análisis sobre los procesos políticos argentinos y los "tiempos destituyentes".
• Jauretche, Arturo. Manual de Zonceras Argentinas y El Medio Pelo en la Sociedad Argentina.
• Kusch, Rodolfo. América profunda.
• Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos 2024 (en particular el capítulo RIGI).
• Scalabrini Ortiz, Raúl. El hombre que está solo y espera y Política británica en el Río de la Plata.
• Sousa Santos, Boaventura de. Crítica de la razón indolente: Contra el desperdicio de la experiencia y Democracia al borde del caos: Del socialismo a la crisis de la globalización.
• Sztulwark, Diego. Escritos sobre filosofía política, subjetividades y política contemporánea.
• Yrigoyen, Hipólito. Discursos y documentos de su presidencia.
• Zibechi, Raúl. Territorios en resistencia: Cartografía política de las periferias urbanas latinoamericanas.