• Lenguaje y Soberanía - 1ra Parte

Por María Rita Ciucci – FSN – Santiago del Estero

Partimos del hecho de que la ultraderecha se apropia del lenguaje de diversas maneras, utilizando el discurso para promover sus ideas y agendas. Esto incluye la manipulación de la información, la difusión de desinformación, la utilización de lenguaje emotivo y la construcción de narrativas que descalifican y  denigran a determinados grupos.

La ultraderecha  tiene una fuerte presencia en países como Argentina, Hungría, Estados Unidos, India, Brasil, Turquía, Italia, entre otros. Es una fuerza política y social profundamente neoliberal  que sacraliza el libre mercado, deslegitima cualquier tipo de empresa y/o propiedad pública y reniega de derechos sociales. Se caracteriza por ser conservadora, racista, xenófoba, autoritaria, por promover la aporofobia, entre otras lamentables expresiones. Son grupos reaccionarios, abiertamente anti-democráticos y promotores del odio y la violencia.

 

En el actual escenario global, signado por la crisis estructural del capital, la ultraderecha se ha erigido como “alternativa política”, se propone como solución para superar los problemas de inseguridad, incertidumbre y miedo, levantando las banderas de la seguridad pública, la autoridad, la estabilidad. De este modo, convierte en objeto de sus ataques a marxistas, comunistas, izquierdistas, ambientalistas, feministas, pueblos originarios, entre muchas otras colectividades que son concebidas como “enemigos internos”, que sirven para promover el resentimiento e incentivar el odio.

Los proyectos de la ultraderecha esbozados a partir del siglo XXI, son expresiones que poseen elementos de continuidad con los proyectos de las dictaduras cívico-militares instauradas a sangre y fuego en América Latina y el Caribe durante la segunda mitad del siglo XX. En este sentido, la ultraderecha actual es una fuerza política e histórica que reactualiza los proyectos dictatoriales, es decir, son herederos y continuadores de las dictaduras latinoamericanas. Y en esta dirección, sus proyectos retoman numerosos elementos de la agenda de privatización y mercantilización de la vida social, del anti-estatismo, así como también de las lógicas autoritarias, militaristas, conservadoras, religiosas y moralistas, entre otras.

 

Ahora bien, las noticias falsas no son un fenómeno nuevo, pero su articulación con la difusión de las redes sociales y plataformas de internet está transformando su amplitud y naturaleza. Al mismo tiempo, las extremas derechas han sabido adaptarse a esta nueva ecología comunicacional y han sacado provecho de ella.

El proceso empezó hace décadas con el cuestionamiento y la negación de la ciencia cuando, como en el caso de las compañías tabacaleras sobre los daños del tabaco o el de las industrias de los combustibles fósiles sobre el calentamiento global, se realizaron campañas para sembrar la duda y aprovecharse de la confusión pública.

 

No se trata sólo de noticias falsas: también hay ciencias falsas (fabricadas por los negacionistas del cambio climático o los antivacunas), una historia falsa (promovida por los supremacistas blancos), perfiles falsos en redes sociales (creados por troles) y seguidores o me gusta falsos en las redes sociales (generados por unos servicios de automatización denominados bots.

La extrema derecha ha sabido leer mejor que las demás corrientes políticas e ideológicas, los cambios de la sociedad, aprovecharse de las debilidades y las grietas de las democracias liberales y entender las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías.

El desplome de la confianza es la base social de la era de la posverdad; en tanto las instituciones que tradicionalmente actuaron como árbitros sociales se han desacreditado, los grupos de presión, generosamente financiados, han inducido al público a cuestionar la existencia de una verdad fiable de forma concluyente. En consecuencia, comenzó a librarse una batalla interminable por definirla, en el escenario de un total relativismo de los hechos.

La ultraderecha ha entendido, pues, que las fragilidades y las vulnerabilidades existentes pueden ser explotadas: deconstruyendo la realidad compartida y sembrando confusión se puede polarizar aún más a la sociedad y sacar provecho en el plano electoral.

Así cobran sentido su interés y sus esfuerzos para generar y difundir noticias falsas. Son claros ejemplos lo ocurrido en EEUU, Polonia y Argentina.

 

En este marco, intentaremos discutir algunas nociones del Análisis Crítico del Discurso, que nos ayuden a desmontar las operaciones de las estrategias discursivas de la ultraderecha, que han venido mostrando ser sumamente eficaces.

En esta primera parte, focalizaremos en la manipulación discursiva.

La manipulación es una práctica comunicativa que requiere interacción, en la cual el manipulador ejerce control sobre otras personas, generalmente en contra de su voluntad  y/o en contra de sus intereses. Implica el ejercicio de una forma de influencia ilegítima por medio del discurso: los manipuladores hacen que los otros crean y hagan cosas que son favorables para el manipulador y perjudiciales para el manipulado.

La manipulación incluye destacar el poder, la superioridad moral y credibilidad del o de los hablante(s) y desacreditar a los disidentes, mientras se vilipendia a los Otros, al enemigo. Asimismo, es fundamental el uso del recurso emocional, aduciendo pruebas aparentemente irrefutables de las propias creencias y razones.

 

La manipulación no sólo involucra poder, sino específicamente abuso del poder, es decir, dominación.

La diferencia con la persuasión consiste en que en ésta, los interlocutores son libres de creer o actuar como les plazca, según acepten o no los argumentos de quien persuade, mientras que en la manipulación se les asigna un papel pasivo: son víctimas de la manipulación.

La consecuencia negativa del discurso manipulativo ocurre cuando los interlocutores no son capaces de comprender las reales intenciones o ver las reales consecuencias de las creencias o acciones defendidas por el manipulador. Este es el caso, cuando los receptores carecen del conocimiento específico que podrían usar para resistir la manipulación. Un ejemplo muy conocido es el discurso ya convertido en sentido común, acerca de la inmigración y los inmigrantes. De modo tal que los ciudadanos corrientes culpan del mal estado de la economía, como el desempleo, a los inmigrantes y no a las políticas neoliberales.

Los ejemplos de la inmigración, la violencia política e ideologías antiterroristas, involucran fuertes opiniones, actitudes e ideologías y son casos ejemplares de manipulación de toda la población por parte de los medios de comunicación y los gobiernos.

La manipulación de la cognición social puede afectar incluso las normas y valores usados para evaluar los sucesos y las personas y condenar o legitimar acciones. Por ejemplo, en la manipulación de opiniones globales, quienes defienden ideologías neoliberales de mercado, enfatizarán y tratarán que se adopte el valor primario de la libertad, un valor muy positivo, pero en ese caso, específicamente interpretado como libertad de mercado, o liberar al mercado de la interferencia del estado.

En el caso de las acciones y amenazas, el discurso antiterrorista celebra el valor de la seguridad, asignándole una prioridad más elevada que, la propia vida o el valor de los derechos civiles o de la equidad.

Sin embargo, la manipulación de la cognición social puede también incluir las bases mismas de toda la cognición social: el conocimiento general compartido socioculturalmente. De hecho, una de las mejores formas de detectar y resistir intentos de manipulación es el conocimiento específico (por ejemplo acerca de los actuales intereses de los sectores del poder concentrado) así como el conocimiento general.  Será, pues, de interés de los grupos dominantes asegurarse que no se adquiera un conocimiento general relevante y crítico o que sólo se adquiera conocimiento parcial, sesgado y prejuicioso.

En consecuencia, la formación política y la construcción de ciudadanía crítica, es un imperativo para el campo popular

 

Nota en audio debajo